Hoy el viento me ha parado en mi absurdo peregrinaje hacia ninguna parte en un antiguo laboratorio de gallinas.
No, no me he equivocado. Un laboratorio de gallinas, un ensayo del «gran hermano» para estudiar su comportamiento o al menos eso me parece a mi. Un lugar ahora abandonado donde antaño (desconozco la fecha exacta pero por el estado de las ruinas debe hacer bastante tiempo ya) encerraban a las gallinas y estaban todo el día pendiente de ellas. Le servían la comida, luz incluso por la noche por sí querían continuar despiertas e incluso existían criados que limpiaban sus habitáculos todos los días. Incluso recogían esos huevos que ponían y que se hubiesen pudrido en aquel lugar de no ser por la afable labor de sus cuidadores.
Todo el día sin hacer nada, sólo permanecer allí ensuciando y esperando que la puerta se abriese y entrase alguien de la organización que trajese comida o cambiara las cosas de sitio, para después tener ellas que habituarse a las nuevas condiciones, cual prueba del gran hermano.
Cuando una enfermaba era trasladada para que un médico de gallinas (veterinarios creo que se hacen llamar) las examinase. Ocurría tan solo que no volvía a aparecer por allí, probablemente porque se había ganado una larga estancia en un habitáculo más confortable.
A veces, venían unos señores y tras observarlas a todas nominaban a un grupo de ellas. Todas cacareaban emocionadas. Algunas se irían de allí aunque sabían que casi todas las nominadas tenían más de dos años cursados en aquel loco concurso de gallinas. Inmediatamente subían a un camión y ellas , felices, intuían que iban a ir al plató. Ya estaban cansadas de estar allí pues sólo permanecer a oscuras un par de horas al día era ya para ellas un juego sin gracias y hacia tiempo que no podían poner esos huevos que no sólo ellas echaban en falta. Sus cuidadores ya nunca las mimaban así que suponían que iba a recibir su premio, irían a entrevistas con Gallina Mila y se harían famosas por participar en aquel juego de gallinas.
Al menos eso decían porque ninguna había vuelto a dar una vuelta y contar sus experiencias fuera de aquella universidad de la vida gallinácea.
Desaparecían de sus vidas, como cualquier concursante del gran hermano humano, que una vez abandonado el recinto ya nadie volvía a saber de el.
Al menos eso me contaron aquellas ruinas.
Jacobo&CTorres
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