El diálogo de los Melios

Uncategorized

Mis párpados perplejopesan. El frío asciende desde el suelo hasta mi cuerpo y soy consciente que permanezco tumbado sobre el suelo.

La pesadez del cuerpo ingrávido me inunda y apenas consigo moverme. En mi mano, un frasco vacío con una etiqueta arañada. Mis uñas están tiznadas de negro. Creo que fui yo mismo quien desbrozó las letras del papel como si se tratase de musgo, aunque no consigo recordar el motivo de mi comportamiento. Todo está en silencio. Solo unos rayos de sol atraviesan la penumbra del bosque en el que me encuentro. No recuerdo como he llegado aquí y la sensación de dedos urgando en mi estómago permanace. Mi postura en el suelo es poco natural por lo que deduzco que me arrodillé y caí sin remedio y reparo.

A mi lado yace un báculo con una forma peculiar. Su mango, curvo, me recuerda a la cabeza de un cuervo aunque quizás mi imaginación solo vea lo último que recuerda: el graznido de un cuervo a lo lejos, justo antes de perder la conciencia.

– Intruso! Forastero! Vuelve al camino. Intruso! Extraño! Entrometido! Sal de nuestro bosque!

Las hojas de los árboles suavetintinean a la vez que el viento murmullea desde todas las direcciones palabras. El viento choca contra mi desde todos los frentes y la sensación de vértigo se apodera de mi cuerpo. Por su puesto, los árboles, lo saben todo.

No recuerdo mi nombre. No recuerdo quien soy a pesar de ser portador de numerosos conocimientos.

El bosque del cuervo

Uncategorized

Estoy en la frontera de no-quiero-saber-donde. Todo es desconocido a mi alrededor y no tengo conciencia de quién soy. Una sensación profunda invade mi estómago, como si alguien hurgara en su interior con los dedos y se entretuviese en darle la vuelta. La sensación de hambre me hace perder la verticalidad y arrodilarme sobre el suelo.

Solo tengo el tiempo exacto de dibujar con mi dedo índice sobre el polvo del suelo en la oscuridad del bosque que me rodea, varias palabras que no tienen sentido para mí en este instante.

Todo da vueltas y la oscuridad lo invade. Soy consciente que no-sé-quién-soy. La sensación de Nausea me invade, la misma que aparece cuando nos miramos en un espejo y nuestro rostro se desvirtúa, salvo que aquí no hay espejo y no recuerdo cómo es mi rostro. Permanezco apoyado sobre un extraño báculo que ha impedido que caiga abruptamente sobre el suelo.

Mis ojos permanecen abiertos el tiempo justo de ser consciente como mi cuerpo se retuerce sobre el peso de la sensación de hambre y me desmayo. Al fondo escucho el graznido de un cuervo.

El árbol de la vida era verdísimo en sus entrañas.

Uncategorized

Cuento pasos al caminar, es la manera que tengo de avanzar. Llevo en una mano el báculo, en la otra el pequeño frasco. Mi tórax arde. Aguas del Leteo. Asumo lo que supone y la palabra pavura adquiere significado. Así llego al final del camino. Durante el trayecto me ha dado tiempo a tallar algunas palabras en el báculo y escribir algunos manuscritos (bastantes de hecho). Permanezco en el borde, como una frase tras un punto, al borde del párrafo. Isla Polar ha sido invadida por seres que desconozco, con su permiso. Bajos mis pies, el suelo vibra, casi diría que la colina está hueca. Mi tórax arde, quema. La única forma de perder el miedo al bosque es adentrarme en él. El viento me empuja. Bailan las hojas aristohorquilladas en las ramas.

Tras la tragedia del olvido, el sociego. Isla Polar – me repito- Isla Polar, Isla Polar. Casi es final de otoño, lejos del faro es más fácil soportar la soledad. El ímpetu de los latidos. El sol alzado, el cielo azul, la tierra blanca.

– Ya te tengo (me dijo el bosque) justo cuando dí el primer paso adentrándome en él mientras tragaba el líquido del frasco que tenía en mi mano derecha.

Es lo único que recuerdo antes de perder la conciencia y caer sobre el suelo.

Sobre el bosque.

Uncategorized

El tiempo en Isla Polar es arbitrario. A veces el día dura más que la noche y viceversa. Todo depende del ritmo de la propia Isla. Día y noche hombrosquean en el horizonte del océano inuit. Hojas tapizan el suelo y acabo de ser consciente que un bosque indómito lindoladea la tierra que une la montaña del océano y delimita un istmo que me conduce al faro. Hay senderos que aparecen a base de transitarlos y caminos que aparecen como si siempre hubiesen estado ahí.

No obstante, el bosque es demasiado extenso y justo al lado de él ha aparecido una colina. Casi diría que tiene algo de magia. El viento suavemurmullea. Isla empieza a distanciarse de la orbita geoestacionaria de la tierra. Oso Polar mira el bosque. Lentamente se introduce en él. Océano inuit rebosa de vida desde nuestra estancia a Sedna y ha apercido una puerta en una roca que lleva a las estancias privadas de Sedna por si algún día decide hacer una visita. No he sido consciente hasta que he tenido que mirar con otros ojos a Isla. Hormigas permanecen inquietas detrás de mi. Las abejas hace rato que exploraron el bosque y vuelva altivas alrededor de mi. Han aparecido treboles y pensamientos en pleno invierno. En la puerta de Faro hay un báculo con empuñadura curva. Como mi manuscrito. Me recuerda extrañamente a Jacobo, me recuerda a mi. En el mismo instante que rodeo con mis dedos la empuñadura sé que tengo que seguir el camino que ha aparecido y desviarme en el bosque. Me temo que Isla Polar ha sido invadida por seres. Me agacho y las hormigas forman una torre para ponerse a mi altura.

-Cuidad del faro mientras vuelvo. Les susurro. -Cuidado con el bosque.

Alzó el báculo, y justo al alzarlo observo que en su empuñadura curva cuelga un pequeño bote,trasparente con agua en su interior. Aguas del Leteo. El desconsuelo me apesumbra.

Sobre nombres

Uncategorized

El aire entra en mis pulmones a la vez que me pongo de puntillas y elevo mis brazos. En todos estos años ningún habitante de Isla Polar ha tenido necesidad de usar nombres. Oso, la ballena inuit, las mariposas, abejas, las hormigas… Ninguno menos Jacobo. Si a él lo nombro, aparece.

Los demás nunca han tenido nombre ni necesidad y siempre han permanacido fieles a la Isla. Quizás deba dejar de nombrar(me) a Jacobo y se quede en ella para siempre. Quizás en Isla Polar no haya necesidad de nombres…

Sobre paseos en la Luna

Uncategorized

La montaña desierta
Y yo vuelvo a la intemperie.
No hay castillo que resguarde
ni fortaleza segura.
Sólo versos. Y tras cada uno de ellos aparece el sentido
Mi particular Babel hombrosquea con las nubes.

El faro de Isla Polar ha permanecido en pie, desafiante a los obstáculos y colisiones. Refugio de los seres-que-habitan-isla-polar. Mientras, Isla Polar realiza traslaciones sobre El-planeta-llamado-tierra, en una orbita geosincronica a la de la luna. Indetectable para los telescopios convencionales. El sol se lentieleva y yo descanso en una palabra. Hace tiempo que no puedo usar mi telescopio, hace tiempo que sus lentes se secaron. Mañana quizás de un salto y visite La Luna. Quizás dé un paseo a oscuras.

Sobre sueños y alféizar

Uncategorized

Si me nombras, aparezco. – me susurró al oído Jacobo -. Mi encuentro con él lejos de ser al azar fue producto de la causalidad que te proporciona la lectura.

En ocasiones no encuentro las palabras adecuadas. Como en este preciso instante. No encuentro la sucesión lógica de las letras. No conjugo el verbo concatenar y su significado adquiere la misma sensación que las náuseas de Sartre. Abuso de las frases cortas y de construcciones del lenguaje.

La noche que anuncia el invierno sigue siendo igual de inusual y benigna. Cuando cae, Jacobo me alcanza, como los sueños que un niño deja en el alféizar de la ventana esperando que, con la luz del día le alcance.

Sobre mi

Uncategorized

Cuando hablo de, hablo de mis amigos que me visitan. Hablo de seres que llegan a Isla Polar y comparten su tiempo conmigo. Hablo de Jesús, de Raquel, Noa, Laura, Belén, Salva. Hablo de seres que me ayudan a reconstruir un mundo que poco a poco vuelve a ser un mundo de colores. Hablo de amistad. Hablo de familia. Hablo de ser quien realmente soy. Hablo de lágrimas que no retengo. Isla polar brilla. Al menos mi mitad. JACOBO BAILA SOBRE LA BALLENA INUIT. Si hablo de, hablo de mi